5.4.10

La fe_ Holbein/Dostoyevski


Fiódor Dostoyevski. Retrato por Vasili Perov, 1872

En el mes de abril de hace 143 años Fedor Mikailovich Dostoievski, en su huida a lo largo de Europa perseguido por las deudas contraídas por el juego, se acercará al Museo de Basilea, Suiza, acompañado de su joven esposa Anna Grigórievna.

Aquejado de constantes sufrimientos, además de una brutal epilepsia y de sus múltiples depresiones, sus ojos se detienen ante el “Cristo en el sepulcro” de Holbein.

El cuadro es tan sublimemente aterrador que no lo olvidará nunca: "Es –lo relatará años después y lo evocará en un pasaje dramático de “El idiota” "el cadáver [encerrado en un cajón] de un hombre lacerado por los golpes, demacrado, hinchado, con unos tremendos verdugones, sanguinolentos y entumecidos; la pupilas sesgadas; los ojos, grandes, abiertos, dilatados, brillantes con destellos vidriosos”. “El idiota”. III Parte. Capítulo VI.

Dostoievski lo observará durante largo tiempo tan fascinado como aterrado. Horas después le provocará un brutal ataque de epilepsia, y más tarde comentará a su mujer Anna, las palabras que pondrá en boca del príncipe Mischnik cuando mira una reproducción del cuadro en casa de Rajogin: "Un cuadro así puede hacer perder la fe."

Holbein no pintó una afrenta contra la misma fe; pero pintó -en el siglo XV, un siglo que se abría a la duda-, un cuerpo corrupto que nos aleja del mito de la resurrección de la carne, y que nos abandonará a una fe sin arbitrajes,.., ante nosotros mismos.

Desnudos y mortales nos prepara ante una nueva era, en la que la confianza ha de depositarse en nuestra inteligencia y en nuestra razón, solos,..., como estuvimos siempre.

Luis María Iglesia

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