Siempre me han entusiasmado los pequeños objetos en general, y aún más los sometidos a una intensa elaboración. Los pequeños objetos de esmerada confección nos brindan la sensación de una perfección más allá de lo visualmente percibido. Oriente siempre nos ha dado lecciones, especialmente con los objetos de carácter antiguo, de la perfección de sus técnicas en la manofactura artesanal de sus objetos.
En Japón la obsesiva atención al detalle y el profundo celo en la elaboración se pone de manifiesto en la ejecución de infinitos objetos, incluso en los de uso cotidiano. Como por ejemplo en la forja de las tsubas, un minúsculo objeto de carácter funcional que a través de una larga tradición de perfeccionamiento se eleva a la categoría de obra maestra.
La tsuba es una pequeña guarda de metal que se situa al final de la tsuka o mango de la espada, que se encuentra entre la mano y la hoja. Un modesto y funcional objeto modelado por 14 siglos de cultura metalúrgica e instrucción de espada japonesa.
Pero la tsuba es algo más: debido a su tamaño y ubicación, fue dotada de la mayor importancia simbólica, puesto que protegía la mano, ayudaba a equilibrar la espada, además de ser la pieza más visible al ser portada la espada, lo que le hacía apta para la decoración.
En la medida en que los samurái normalmente acarreaban dos espadas en todo momento. Por lo general los samurái disponían de varias tsuba para cada hoja, ajustando los cambios para cada ocasión o estado de ánimo.
La tsuba ha evolucionado de acuerdo con los avances en la tecnología y para dar cabida a la evolución de las estrategias guerreras. Las primeras eran discos de bronce o de cobre. En el siglo XII, evolucionaron a discos de hierro liso patinado con un atractivo color negro, hasta evolucionar a formas perforadas para mejorar la estabilización y poco a poco desplegarse a formas más complejas, perforaciones intrincadas, incrustaciones de oro, complejos cincelados en materiales más blandos, etc.
Las perforaciones y cincelados visibles en muchos tsuba tenían una consideración meramente funcional. Una tsuba de hierro podía ser más ligera con algunas perforaciones. Con el tiempo estas perforaciones acogieron formas más decorativas inspiradas en la naturaleza, hasta el punto de la pérdida de la función inicial. Algunas de las más ornamentadas y engalanadas eran casi con toda seguridad modelos utilizados para ocasiones representativas o ceremoniales exclusivamente.
El uso de aleaciones como el shakudo, el shibuichi, así como el cobre, latón, bronce, oro y plata junto al uso permitido del color y el contraste posibilitaron una apertura a la intervención de las artes y técnicas decorativas en el siglo XV.
Si embargo, cuando la paz llegó, la exquisitez en la fabricación de las tsuba recayó, el incremento de la demanda por la proliferación de escuelas de formación técnica, la producción de los expertos artesanos se destina casi exclusivamente para la práctica. El estilo decorativo del siglo XVIII combinado con su uso pacífico hizo que la ornamentación de la tsuba se convirtiese en un fin en sí mismo y en un arte viciado.
Sin embargo un pequeño grupo de personas y escuelas mantuvieron los altos niveles de épocas anteriores y produjeron magníficas obras, incluso en el siglo XX, hasta que el uso de espadas fue prohibido por decreto imperial en 1871. Hoy el acceso a dichos objetos es escaso, sólo para un selecto y privado mercado de coleccionistas y estudiosos.
Luis María IglesiaJapanese-tsuba.comGeorge’s Tsuba PicturesRicecracker.comChoshuya.co.jpAoi-art.comNihonto.comNihonto Kanji PagesJapanese-swords.comShibuiswords.comTsuba.jyuluck-do.com