Asociamos muchas veces, indebidamente, la técnica del carboncillo y la sanguina a un uso puramente académico, destinado al aprendizaje del tratamiento del claroscuro, a los estudios preparatorios y en muy raras ocasiones al arte final.
Aron Wiesenfeld, despliega, con sus trabajos en esa técnica, un universo de naturaleza onírica a través de los retratos de adolescentes o de personajes, muchas veces con nombre propio, a caballo entre la pubertad y la madurez, en situaciones y espacios desacostumbrados. Sus dibujos se sitúan en una zona intermedia entre la ilustración y el retrato, y consiguen un consumado rendimiento de la técnica a través de una exquisita ejecución.
Luis María Iglesia
aronwiesenfeld
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