Frida nació en el seno de una familia vinculada a la fotografía. Su abuelo paterno vendía productos fotográficos en Baden-Baden y su abuelo materno poseía un estudio de fotografía en Oaxaca. En el momento de su nacimiento en 1907 su padre Wilhelm Kahlo/ Guillermo Kahlo era ya un fotógrafo prestigioso en la Ciudad de Méjico.
Por lo que se sabe, Frida era la hija predilecta de Guillermo, de él aprendería no sólo los aspectos técnicos de su profesión sino también aspectos estéticos, como la puesta en escena e iluminación, la composición y la forma de percibir de un artista.
Wilhelm Kahlo
Retrato de mi padre Wilhelm Kahlo, 1952
Las terribles circunstancias de la vida de Frida son bien conocidas, contrajo la poliomielitis en 1913, y en 1925 tuvo un gravísimo accidente, cuando el autobús en que viajaba fue arrollado por un tranvía, quedando literalmente aplastado contra un muro, su columna vertebral quedó fracturada en tres partes, sufriendo además fracturas en dos costillas, en la clavícula y tres más en la cadera. Su pierna derecha se fracturó en once partes, su pie derecho y su hombro izquierdo se descoyuntaron y una barandilla la atravesó desde la cadera izquierda hasta salir por la vagina.
La medicina de aquellos tiempos la atormentó con múltiples operaciones quirúrgicas, al menos 32 a lo largo de su vida, por lo que pasó buena parte de su vida postrada, tiempo donde comenzó a pintar.
En 1926 pintó su primer retrato
“Mi padre tenía desde hacía muchos años una caja de colores al óleo, unos pinceles...y una paleta en un rincón de su tallercito de fotografía... yo le tenía echado el ojo a la caja de colores. No sabría explicar el por qué. Al estar tanto tiempo en cama, enferma, aproveché la ocasión y se la pedí a mi padre... Mi mamá mandó hacer con un carpintero un caballete... que podía acoplarse a la cama donde yo estaba, porque el corsé de yeso no me dejaba sentar. Así comencé a pintar mi primer cuadro, el retrato de una amiga mía....”. Junto a la cama había un espejo donde Frida se veía así misma, poco después pintaría su primer autorretrato al óleo que dedicó a su novio de entonces Alejandro Gómez Arias. Con este primer autorretrato iniciaría una dinámica que se prolongará al resto de su vida, la expresión de la huellas y de las fatalidades de su vida. Ya en esos primeros autorretratos se manifiesta cierta formación en la composición adquirida a través de su padre.
Edward Weston. Frida Kahlo, 1930
Imogen Cunningham. Frida Kahlo, 1930
Carl Van Vechten. Frida lleva una calabaza Tchuantepee, 1932
Lucienne Bloch. Frida moriendo su collar, 1933
Nickolas Muray. Frida pintando Las dos Fridas, 1938.
Lola Álvarez Bravo. Frida apoyada en un árbol, 1942.
Leo Matiz. Frida Kahlo, 1946
Juan Guzmán. Frida sosteniendo un espejo en el hospital, 1951.
Su padre Guillermo tenía la esperanza de que Frida siguiera sus pasos y se convirtiese en una excelente fotógrafa, pero ella condujo su creatividad hacia la pintura.
La joven Frida estaba acostumbrada al objetivo de una cámara, asimismo también era capaz de componer y prefigurar cualquier imagen específica que quisiera retratar.
Frida Kahlo con Diego Rivera
La joven y encantadora esposa de Diego Rivera, se reveló como un sujeto irresistible para el retrato. El gran fotógrafo Edward Weston después de conocerla escribió en su diario"(era) una pequeña muñeca junto Diego... La gente detenía su mirada con asombro." Frida fue fotografiada por otros grandes maestros del siglo XX, como Imogen Cunningham, Martin Munkacsi, Nickolas Muray y Lola Álvarez Bravo.
Los retratos más íntimos de Frida fueron tomados por su amante y maestro de la fotografía en color Nickolas Muray.
Nickolas Muray. Frida acostada, 1946
Frida Kahlo con Nickolas Muray
Poco después de su matrimonio con Rivera, Frida retomó la relación con Muray. Estas imágenes fueron tomadas en el estudio de Muray en Nueva York en el apogeo de su romance, quizá los retratos más bellos y emblemáticos de Frida.
Sus retratos encubren tanto como lo que revelan. La indumentaria de Tehuana y la joyería precolombina, sobre todo al final de su vida, estaban escrupulosamente dispuestas para encubrir sus estigmas físicos. Frida era, como ella misma escribía en su diario "la gran ocultadora" (la gran disimuladora).
La pierna derecha de Frida fue amputada en 1953; un año más tarde, el 13 julio murió de una neumonía, días después de escribir en su diario "Espero alegre la salida. Y espero no volver jamás".
Lola Álvarez Bravo. Frida en su lecho de muerte, 1954
Entre sus archivos, que no fueron revelados hasta 50 años después de su muerte, había más de 6.500 fotografías. Mostraban a su padre trabajando e incluían sus célebres retratos, imágenes de sus amantes, los amigos y la familia, además de su casa y sus mascotas.
Frida consideraba a sus fotografías objetos importantes. No sólo representaban recuerdos, o el testimonio de su vida, era su modo de expresar: "Aquí estoy, no me olvides."
Luis M Iglesia