Desde hace tiempo viene fascinándonos el trabajo de la fotógrafa iraní Shadi Ghadirian (1974). Ghadirian produce una obra personal y audaz, en búsqueda permanente de la integración a una situación histórica, social y geográfica –estratégica particular, como es la del actual Irán.
Ghadirian araña la superficie de las relaciones de oriente y occidente, en un contexto mundial que observa a un Irán que se debate entre la voluntad de reforma y de signo contrario, de reacción conservadora, y que a la vez también es percibido como amenaza y como inevitable socio económico y político.
Durante gran parte de la etapa post-revolucionaria de Irán (década de 1980 y 90) la pintura abstracta dominó la escena del arte contemporáneo iraní. La representación de la figura humana - especialmente los desnudos – fue rigurosamente prohibida. Así que los artistas iranís tuvieron que ingeniárselas y ser extremadamente sofisticados para desenvolverse ante esas limitaciones a la libertad de expresión, con formas sutiles pero cargadas de coraje. Cuando el Presidente reformista Khatami llegó al poder en 1997, las galerías fueron capaces de montar exposiciones sin el control previo de las obras, pese al terrible riesgo de un suspensión severa e instantánea, pese a la crudeza de una memoria aún reciente de los artistas “desaparecidos".
Shadi Ghadirian forma parte de una nueva ola de fotógrafos que surgió sobre el año 2000, estimulados por el éxito mundial del cine iraní. Ghadirian, que sigue viviendo en Teherán, disfruta de fama internacional, así que se puede decir de ella que es “una mini-revolución en sí misma”. Aún hoy muchas de las mujeres artistas, como su compatriota Shirin Neshat, siguen optando por trabajar fuera de las fronteras de Irán, a pesar de los cambios producidos en el país en los últimos años.
El trabajo de Ghadirian se hizo muy popular a raíz de una serie de autorretratos con título “Domestic life” que se correspondían a los días de su realización -entre 2000 y 2001-, en ellos utilizaba manteles y diferentes textiles para cubrirse por encima a modo del Chadri, y colocaba un objeto doméstico: una plancha, una espumadera, una sartén, en el lugar del rostro. Con ello planteaba cuestiones sobre el cruel anonimato al que están sometidas muchas mujeres iraníes. Algunas de sus imágenes presentaban un tono jocoso y ácido que parodiaba los estereotipos de las mujeres.
Del mismo modo que en la serie “Domestic life” en la serie “Qajar”, Ghadirian presenta una serie de retratos y plantea una nueva escenografía, son fotografías viradas en sepia que recuerdan antiguos retratos del siglo XIX, de amigas vestidas con prendas tradicionales iranís con un fondo de rancios trampantojos. Hasta ahí bien, hasta que descubrimos elementos insólitos en las manos de sus modelos, latas de Pepsi, radiocasetes, una mountain bike,.., una metáfora tosca y un tono impertinentemente chocarrero. Pero sin duda va más allá, cuando observamos retratos de mujeres portando un periódico, un espejo, o al lado de un caballete en el ejercicio de la pintura, o una guitarra, es entonces cuando,..., lo tristemente inaudito desafía nuestra mirada, y se dirige a nosotros para manifestar la permanente lucha contra la adversidad social y política, que mantienen las mujeres para conseguir su emancipación.
En la serie “Ctrl + Alt + Delete”, Ghadirian, sigue explorando el conflicto entre la tradición y la modernidad, desde la posición de la mujer en una sociedad dominada por los patrones de sexo masculino. Las fotografías que componen “Ctrl + Alt + Delete”, fusionan delicadamente las diferencias entre la tradición y la modernidad a través de preguntas sobre los tabús que envuelven al cuerpo femenino en la sociedad islámica. El cuerpo desaparece en la interfaz oscura del ordenador y los iconos delinean un invisible cuerpo femenino.
Luis María Iglesia
Ghadirian araña la superficie de las relaciones de oriente y occidente, en un contexto mundial que observa a un Irán que se debate entre la voluntad de reforma y de signo contrario, de reacción conservadora, y que a la vez también es percibido como amenaza y como inevitable socio económico y político.
Durante gran parte de la etapa post-revolucionaria de Irán (década de 1980 y 90) la pintura abstracta dominó la escena del arte contemporáneo iraní. La representación de la figura humana - especialmente los desnudos – fue rigurosamente prohibida. Así que los artistas iranís tuvieron que ingeniárselas y ser extremadamente sofisticados para desenvolverse ante esas limitaciones a la libertad de expresión, con formas sutiles pero cargadas de coraje. Cuando el Presidente reformista Khatami llegó al poder en 1997, las galerías fueron capaces de montar exposiciones sin el control previo de las obras, pese al terrible riesgo de un suspensión severa e instantánea, pese a la crudeza de una memoria aún reciente de los artistas “desaparecidos".
Shadi Ghadirian forma parte de una nueva ola de fotógrafos que surgió sobre el año 2000, estimulados por el éxito mundial del cine iraní. Ghadirian, que sigue viviendo en Teherán, disfruta de fama internacional, así que se puede decir de ella que es “una mini-revolución en sí misma”. Aún hoy muchas de las mujeres artistas, como su compatriota Shirin Neshat, siguen optando por trabajar fuera de las fronteras de Irán, a pesar de los cambios producidos en el país en los últimos años.
El trabajo de Ghadirian se hizo muy popular a raíz de una serie de autorretratos con título “Domestic life” que se correspondían a los días de su realización -entre 2000 y 2001-, en ellos utilizaba manteles y diferentes textiles para cubrirse por encima a modo del Chadri, y colocaba un objeto doméstico: una plancha, una espumadera, una sartén, en el lugar del rostro. Con ello planteaba cuestiones sobre el cruel anonimato al que están sometidas muchas mujeres iraníes. Algunas de sus imágenes presentaban un tono jocoso y ácido que parodiaba los estereotipos de las mujeres.
Del mismo modo que en la serie “Domestic life” en la serie “Qajar”, Ghadirian presenta una serie de retratos y plantea una nueva escenografía, son fotografías viradas en sepia que recuerdan antiguos retratos del siglo XIX, de amigas vestidas con prendas tradicionales iranís con un fondo de rancios trampantojos. Hasta ahí bien, hasta que descubrimos elementos insólitos en las manos de sus modelos, latas de Pepsi, radiocasetes, una mountain bike,.., una metáfora tosca y un tono impertinentemente chocarrero. Pero sin duda va más allá, cuando observamos retratos de mujeres portando un periódico, un espejo, o al lado de un caballete en el ejercicio de la pintura, o una guitarra, es entonces cuando,..., lo tristemente inaudito desafía nuestra mirada, y se dirige a nosotros para manifestar la permanente lucha contra la adversidad social y política, que mantienen las mujeres para conseguir su emancipación.
En la serie “Ctrl + Alt + Delete”, Ghadirian, sigue explorando el conflicto entre la tradición y la modernidad, desde la posición de la mujer en una sociedad dominada por los patrones de sexo masculino. Las fotografías que componen “Ctrl + Alt + Delete”, fusionan delicadamente las diferencias entre la tradición y la modernidad a través de preguntas sobre los tabús que envuelven al cuerpo femenino en la sociedad islámica. El cuerpo desaparece en la interfaz oscura del ordenador y los iconos delinean un invisible cuerpo femenino.
Luis María Iglesia
Shadi Ghadirian. Exhibición del 13 de Febrero al 4 de Abril de 2009.
AEROPLASTICS CONTEMPORARY.
32 rue Blanche | 1060 Brussels | Belgium | T f 32(0)25372202 | FAX 32(0)25371549
AEROPLASTICS CONTEMPORARY.
32 rue Blanche | 1060 Brussels | Belgium | T f 32(0)25372202 | FAX 32(0)25371549
Shadi Ghadirian, a photographer from Iran, 13 Feb - 4 Apr 2009
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