A la vuelta de la esquina de un stand, en la edición de ARCO´09, nos encontramos con una de las obras que más nos impresionó, tenía unas dimensiones aproximadas de 150 cm. de alto y la apariencia hiperrealista de un verdadero bonsái, nos inquietó su profunda, casi mística y estática apariencia, una sutil e incorpórea materialización de lo que de verdad parecía un ser del reino vegetal.
Más tarde volvimos sobre nuestros pasos para observar su sorprendente naturaleza, un punto rojo señalaba que había sido vendida, y que a partir de aquel momento estaba prohibido tomar instantáneas. Hemos investigado sobre el autor. Jorge Mayet es un artista cubano que lleva diez años residiendo en España, concretamente en Mallorca, y realiza sus piezas, que son replicas de árboles imaginarios, vegetales y otros objetos naturales, sólo con cable eléctrico, papel, tela y acrílicos, combinados a la perfección, de manera que es difícil distinguirlos de una realidad miniaturizada.
Algunas veces nos asalta ese viejo pensamiento bipolar de si el arte imita a la vida o si es la vida la que imita al arte, no obstante preferimos pensar desde ese principio antrópico y esperar a que el arte nos devuelva la mirada que la naturaleza nos exige para comprender, respetar y disfrutar de su profunda y sublime belleza.
Más tarde volvimos sobre nuestros pasos para observar su sorprendente naturaleza, un punto rojo señalaba que había sido vendida, y que a partir de aquel momento estaba prohibido tomar instantáneas. Hemos investigado sobre el autor. Jorge Mayet es un artista cubano que lleva diez años residiendo en España, concretamente en Mallorca, y realiza sus piezas, que son replicas de árboles imaginarios, vegetales y otros objetos naturales, sólo con cable eléctrico, papel, tela y acrílicos, combinados a la perfección, de manera que es difícil distinguirlos de una realidad miniaturizada.
Algunas veces nos asalta ese viejo pensamiento bipolar de si el arte imita a la vida o si es la vida la que imita al arte, no obstante preferimos pensar desde ese principio antrópico y esperar a que el arte nos devuelva la mirada que la naturaleza nos exige para comprender, respetar y disfrutar de su profunda y sublime belleza.
Luis María Iglesia
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