Roberto Ferri está dotado de una gran disciplina en la tradición de la pintura barroca, desde Caravaggio a Ribera, pasando por Bernardino Mei a Tiepolo.
Ferri es un verdadero onironauta que pasea por los sueños, algunas inquietantes pesadillas.
La búsqueda inconsciente de sus fantasías, algunas veces desdibujadas, no le hace renunciar a un tratamiento virtuoso de la composición y de las armonías cromáticas que dominan temas como la mutilación y el trauma.
Ferri registra y reproduce un extraño orden donde las entidades y los
objetos parecen funcionar, un mundo donde el mal también se cuela y
donde todo desempeña un papel dentro de un artefacto transgresor.
Maria Church
No hay comentarios:
Publicar un comentario