-Las espaldas de la luna…
(Se vio...,
Buscando lunas, caminando con la sombra
de las falsas promesas que bailando gelatinosamente en el espacio,
nublaban los paisajes que buscaban sus limpias mirada.
Y se tapa en sus lunas, que vagan en la sombra
cuando olvida la regla del veraz silencio,
que reflejan sus pupilas abrasadas)
Ella le susurra...,
- lee sus retinas,
- léelas sin que la luz os ciegue,
[Si retumba en tu conciencia
el secreto que apaga su mirada]
Tú eres tan elegante como señora ella se siente;
Eres tan directa que olvidas tu escudo de vana.
Y miró sus zapatillas desatadas, rotas y torpes,
que resbalaban y se caían en la mentira de sus excusas.
No pensó en aquellos,
los que saben solfear el método del buen caminar.
Si alertamos el pequeño sentido del sabio caminante
descubrimos el punto donde la luz se pierde en sus incesantes mentiras.
Que tristeza le producen aquellas lunas que buscan la sombra
en espacios de humo gelatinosos que bailan arrítmicos cuando sube la marea.
Sus lunas,
Lunas llenas que menguan en la noche
para acabar solas en las crecientes enredaderas que trae nuestra infectada droga.
¡¡Mi luna!!
No lloro por tu destierro de este sencillo enigma,
mis lágrimas saben a éxito,
son trasparentes espejos
donde se miran, y mueren de ignorancia las ratas que me buscan
en los laberintos de la intranquila avaricia.
¿Y tú?
Ya no miras la luna..., aquella que eclipso tu alma
cuando llego a este pequeño retablo,
ya no abrazan su bonita espalda, cuando mira lo nuevo;
ya no comparten sus travesuras que tanto le renovaban.
Ya va sola con su negra capa.
Bautizada.
En su
escandalosa y visible envidia, que mato a tus lunas,
las que te regalaban las noches
en las que tu alma bailaba.
Ben
(Se vio...,
Buscando lunas, caminando con la sombra
de las falsas promesas que bailando gelatinosamente en el espacio,
nublaban los paisajes que buscaban sus limpias mirada.
Y se tapa en sus lunas, que vagan en la sombra
cuando olvida la regla del veraz silencio,
que reflejan sus pupilas abrasadas)
Ella le susurra...,
- lee sus retinas,
- léelas sin que la luz os ciegue,
[Si retumba en tu conciencia
el secreto que apaga su mirada]
Tú eres tan elegante como señora ella se siente;
Eres tan directa que olvidas tu escudo de vana.
Y miró sus zapatillas desatadas, rotas y torpes,
que resbalaban y se caían en la mentira de sus excusas.
No pensó en aquellos,
los que saben solfear el método del buen caminar.
Si alertamos el pequeño sentido del sabio caminante
descubrimos el punto donde la luz se pierde en sus incesantes mentiras.
Que tristeza le producen aquellas lunas que buscan la sombra
en espacios de humo gelatinosos que bailan arrítmicos cuando sube la marea.
Sus lunas,
Lunas llenas que menguan en la noche
para acabar solas en las crecientes enredaderas que trae nuestra infectada droga.
¡¡Mi luna!!
No lloro por tu destierro de este sencillo enigma,
mis lágrimas saben a éxito,
son trasparentes espejos
donde se miran, y mueren de ignorancia las ratas que me buscan
en los laberintos de la intranquila avaricia.
¿Y tú?
Ya no miras la luna..., aquella que eclipso tu alma
cuando llego a este pequeño retablo,
ya no abrazan su bonita espalda, cuando mira lo nuevo;
ya no comparten sus travesuras que tanto le renovaban.
Ya va sola con su negra capa.
Bautizada.
En su
escandalosa y visible envidia, que mato a tus lunas,
las que te regalaban las noches
en las que tu alma bailaba.
Ben
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