Trabajamos en la oscuridad, hacemos todo lo que podemos, damos lo que tenemos. Nuestra duda es nuestra pasión y nuestra pasión es nuestra tarea. El resto es la locura del arte.
JLG
Una mujer con melena corre por el asfalto. Corre rodeando el pretil de una plaza, perseguida por un hombre corpulento armado con un cuchillo. Corre descalza y con los brazos levantados recordando a una mujer de Picasso. Después de dar varias vueltas se dirige hacia donde yo me encuentro acosada por el hombre del cuchillo. Entra en el soportal y se acurruca a mi izquierda buscando cobijo-protección en una esquina.
La esquina, como la escultura, es el lugar seguro (recuerdo a Beuys y Tatlin), yo habito ese lugar, un refugio próximo a mi inmovilidad, mitad abierto mitad cerrado. Un lugar para el encuentro, un pliegue para resguardarse, un espacio ya habitado esperando al visitante.
La escultura, como la esquina, me protege, desde ella puedo observar, percibir y negociar con la realidad, me permite fluir con el mundo.
Y en este flujo, un desafío: ¿Cómo hacer que los procesos (vitales, estéticos,..) no queden ocultos?, ¿cómo hacer que el lenguaje revele el andamiaje (imaginario) permitiéndome mostrar lo que soy?: una entidad abierta, un proceso en continuo cambio, un fluido?
Escultura: Escoger el punto de cristalización, muchos momentos de cristalización.
¿Lo incompleto?
JLG
Una mujer con melena corre por el asfalto. Corre rodeando el pretil de una plaza, perseguida por un hombre corpulento armado con un cuchillo. Corre descalza y con los brazos levantados recordando a una mujer de Picasso. Después de dar varias vueltas se dirige hacia donde yo me encuentro acosada por el hombre del cuchillo. Entra en el soportal y se acurruca a mi izquierda buscando cobijo-protección en una esquina.
La esquina, como la escultura, es el lugar seguro (recuerdo a Beuys y Tatlin), yo habito ese lugar, un refugio próximo a mi inmovilidad, mitad abierto mitad cerrado. Un lugar para el encuentro, un pliegue para resguardarse, un espacio ya habitado esperando al visitante.
La escultura, como la esquina, me protege, desde ella puedo observar, percibir y negociar con la realidad, me permite fluir con el mundo.
Y en este flujo, un desafío: ¿Cómo hacer que los procesos (vitales, estéticos,..) no queden ocultos?, ¿cómo hacer que el lenguaje revele el andamiaje (imaginario) permitiéndome mostrar lo que soy?: una entidad abierta, un proceso en continuo cambio, un fluido?
Escultura: Escoger el punto de cristalización, muchos momentos de cristalización.
¿Lo incompleto?
Peio Irazu
¿Y cómo sentirnos completos en este universo de suturas, en esta urdimbre de cicatrices?
Luce Irigaray
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