El Grito. Edvard Munch. 1893
Óleo, témpera, y pastel sobre cartón
Dimensiones 91 cm x 73,5 cm
Galería Nacional de Oslo
Otoño de 1893, Edvard Munch pinta la que será sin duda una de las obras más paradigmáticas del arte contemporáneo.
En “El Grito” Munch recurre a una perspectiva voluntariamente insólita de la barandilla que bordea el paseo, corta la parte izquierda del cuadro y proyecta un arriesgado punto de fuga fuera de sus límites, la organización del espacio quedará, radicalmente, disuelta. La mirada será guiada y se concentrará en una figura consumida que ocupa el centro geométrico del cuadro y que, de forma inquietante entrará en contradicción con el dispositivo perspectivo.
El rostro de la figura posee las cuencas de los ojos en un estado embrionario, casi vacías, su mirada descompuesta, apenas esbozada, se dirige a un presunto lugar por encima de nuestro hombro izquierdo. La nariz y la boca aparecen de una forma más rotunda mediante dos manchas que representan las fosas nasales, y unos carbonizados labios negros, un óvalo ligeramente oblicuo del que parece escapar un agudo grito que parece chirriar en nuestra cabeza y que da título al cuadro. No en vano “grito” en noruego es un estridente “skrik”.
En el vértice superior de la pirámide perspectiva dos siluetas parecen observar la escena desde el interior del cuadro, al fondo el paisaje de la bahía de Oslo completa la maquinaria sonora de la pintura mediante una amalgama de ondas, impulsivamente teñidas de rojo y contenidas por una serpenteante lengua negra que parece dirigirse hacia la figura central, que repite inexorablemente su movimiento convulso.
Gran parte de la extensión del cartón es ocupada por esa dilatación de las ondas, por la reverberación tectónica de un chillido que arranca de ese achicharrado óvalo y que encarna una espasmódica angustia que la figura-máscara pretende detener con ambas manos cubriéndose los oídos.
El grito nace de un desencadenamiento interior que exhala esa trémula boca y que los propios tímpanos no soportan auscultar. Nace del desconsuelo que atraviesa la vida y la existencia del ser humano moderno, escindido, cuya imagen de forma irrevocable le es devuelta por la sublime naturaleza.
Munch presentaba “El Grito” acompañado de un pequeño texto escrito por él mismo en la primavera de 1892, una de sus versiones dice así:
”Jeg gik bortover veien med to venner - så gik solen ned - himmelen ble pludselig blodrød - jeg stanset, lænet mig til gjærdet træt til døden - over den blåsvarte fjord og by lå blod og ildtunger - mine vænner gik videre og jeg stod igjen skjælvende av angst - og jeg følte at det gik et stort uendelig skrik gjennem naturen”
“Paseaba con dos amigos - el sol se ponía - Sentía como una bocanada de melancolía - Repentinamente, el cielo se inflamó con un rojo sangre / Me detuve para apoyarme en la balaustrada, muerto de cansancio - miraba las nubes que resplandecían como sangre y espadas - por encima del fiordo de un azul sombrío y de la ciudad - Mis amigos se alejaron - me quedé temblando de angustia - y percibí como un prolongado grito sin fin que atravesaba la naturaleza”
Este texto tambien forma parte del 5º tema "Skrik" de la cantante noruega Kari Bremnes en su trabajo LØSRIVELSE de 1993 dedicado a Edvard Munch, y que felizmente ha reaparecido entre mis descuidos y mis trastos.
Este texto tambien forma parte del 5º tema "Skrik" de la cantante noruega Kari Bremnes en su trabajo LØSRIVELSE de 1993 dedicado a Edvard Munch, y que felizmente ha reaparecido entre mis descuidos y mis trastos.
Luis María Iglesia
www.nasjonalmuseet.no
www.munch.museum.no
www.karibremnes.no
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